¿Cuáles serán las fotos que describan al escritor de un par de décadas más adelante? ¿Alguien se acordara de que hubo una vez algo llamado fotografía?
Por: Gabriel Contreras
A lo largo de muchos años, los escritores, y en general los hombres de ideas, han ido dejando rastros en la historia a través de su expresión escrita y, paralelamente a ello, han generado inmensas colecciones de imágenes que hoy podrían ser mostradas como galerías de retratos o incluso como selfies.
De una manera similar a la que tenían los reyes europeos, los escritores de la modernidad supieron posar para la lente de la cámara, y fijar imágenes autocelebratorias que llegaron a ser no solo importantes sino prácticamente decisivas en lo tocante a su publicidad y su prestigio.
No estaría de más recordar casos fundamentales, como el de Truman Capote, cuya belleza juvenil en la contraportada le ayudó, según él, a volverse una figura popular y a vender ejemplares de sus libros.
Otro caso importante es el de Ernest Hemingway, quien no dudó en crearse una imagen de macho y de hombre rudo, perfectamente coherente con su literatura, salpicada de sangre y de toros.
Junto a ellos, ya bien avanzado el siglo XX, numerosos escritores posaron teniendo como fondo sus bibliotecas, plagadas de cultura literaria, historia y versos.
Hoy, el escritor trabaja en soledad, lejos de la vida social y de las bibliotecas. Hoy, se escribe en el teléfono y se comparten los procesos a través de la red.
¿Cuáles serán las fotos que describan al escritor de un par de décadas más adelante? ¿Alguien se acordara de que hubo una vez algo llamado fotografía? Algo tan antiguo como la maquina de escribir.