Si bien es cierto que una banda no está obligada a tener un cierto discurso, lo más importante de un artista, sea quien sea, es que tenga algo qué decir.
Por: Homero Ontiveros
Hace algunos años, a principios de la década de los noventa, recibí una llamada de mi padre avisándome que los músicos de La Maldita Vecindad estaban en el lobby de un hotel en León, Guanajuato, por si quería saludarlos. En aquel entonces era una de las bandas mexicanas que más me gustaban y ese día se presentaban en el palenque de esa ciudad, donde yo vivía y donde toqué con mis primeros grupos.
Al llegar al hotel vimos que estaban en la recepción atendiendo a medios de comunicación. No era precisamente una rueda de prensa, pero había algunos reporteros haciendo preguntas. Nosotros nos acercamos y escuchamos lo que Roco y algunos otros contestaban a los periodistas y a gente que se acercaba. Después de saludarlos regresamos a la mesa del bar y un poco la plática giró en torno al discurso que traían. Hubo comentarios del tipo de “ahí donde los ves de greñudos y mal vestidos, se nota que son muy inteligentes a la hora de hablar por las cosas que dicen”.
En esos tiempos el rock nacional buscaba una identidad propia y muchos de nosotros junto con ellos; era la etapa del nuevo cine mexicano, y de resaltar personajes como Pedro Infante, Tin Tan, las rumberas, y toda una serie de símbolos que propiciaban una relectura de lo popular como identidad nacional. Las temáticas en la música de la mayoría de las bandas incluían imágenes que tenían que ver con la riqueza, el colorido y folclor de nuestro país. Digamos que fue un momento muy nacionalista en el rock mexicano. Bandas como Caifanes, Maná, Café Tacuba, Las Víctimas del Dr.Cerebro, Santa Sabina, La Castañeda, La Lupita y otros más, tomaron elementos de la cultura popular como parte de su propuesta.
A eso le siguió el Salinazo y de la mano el zapatismo. Hubo un momento coyuntural en el país en el 94 con la aparición del Ejercito Zapatista y la imagen del ex presidente Carlos Salinas de Gortari simbolizó el hartazgo y cansancio de una sociedad adormilada. El discurso en el rock cambiaba. Incluso Molotov supo aprovechar esto para que el discurso de crítica formara parte de su promoción. Durante los años siguientes era común que las bandas incluyeran, tanto en sus discursos como en sus canciones, alguna crítica al sistema político y económico simbolizado en Salinas de Gortari, o una esperanza de cambio puesta en el Ejercito Zapatista y el sub Marcos como el líder guerrillero de la actualidad, el nuevo Che Guevara, para algunos. En este momento nacía la escena del ska mexicano y las bandas en su mayoría utilizaban estos dos simbolismos para formar su identidad.
Para finales de los 90, y primera mitad de los dos mil, los reflectores voltearon hacia el norte de la república y aparecieron las bandas regias. Control Machete, Plastilina Mosh y El Gran Silencio fueron la primera triada de una serie de bandas que tomarían la escena nacional. A ellas le siguieron Zurdok, Jumbo, Genitallica e Inspector y, el discurso tenía que ver más con la forma de ser del norteño, esa mezcla de identidad cultural mexico-agringada que nacía de la cercanía con la frontera con Estado Unidos. Se rompía con el simbolismo popular y se tomaban elementos de una cultura norteña y, sobre todo, de una cultura pop generalizada que lo mismo tomaba de Norteamérica como de Inglaterra. Se crearon una identidad y un sonido propio que se alejaba del centro del país, pero que tampoco buscaba imitar a las bandas anglo, sino formar un híbrido de ambos polos. El discurso, aunque no explícito, era más cercano al “así es el norte y así somos nosotros”. Al igual que al inicio de los 90, lo que se buscaba era una identidad propia.
Hay un antes y un después de Zoe. A partir de ellos el discurso se fue disolviendo poco a poco y la bandas tomaron la actitud de no creer necesario explicar nada, tampoco fijar posturas con respecto a situaciones sociales y, si bien es cierto que una banda no está obligada a tener un cierto discurso, lo más importante de un artista, sea quien sea, es que tenga algo qué decir. Curiosamente la frase que más se recuerda de Larregui, como, ¿último? rockstar mexicano, es: “Porque te odio”.
“Se trata de una tendencia a lo políticamente correcto, a unificar el pensamiento porque disentir parece de otro planeta. Hay un miedo a comprometerse porque nadie quiere cargar con la responsabilidad histórica”, me dice el periodista musical David Cortés en una charla virtual.
Vale entonces la pregunta: ¿Es necesario que haya un discurso en el rock nacional? Yo creo que sí, porque el arte, y la música en particular, lo que busca es transmitir y comunicar, y eso solo se logra si se tiene algo qué decir.
Gracias Homero por tu columna. En los conciertos que he escuchado van desde: temáticas políticas, ambientalistas, pansexualismo, prisioneros políticos consumismo, xenofobicas..un sinfín de temas a tratar por parte de artistas y músicos que además de dejar huella en la memoria musical buscan aportar la experiencia de lo vivido en carne propia. Yo lo agradezco profundamente que no sea sólo en lo que el momento de la complicidad de espectador y el artista quede en un evento sino en «el momento» donde la conciencia genera un cambio. Efectivo o no, depende del emisor del mensaje y de quien lo quiere vivir como parte de la afición musical o de gustos compartidos. Enhorabuena por esta ZS!!