Para conmemorar el 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, y a manera de contribuir a mantener la esperanza encendida, se inauguró la exposición, Huellas, pasos por la memoria, Verdad y la Justicia, en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
Por: Alejo Alcocer
En México existen más de 34 mil personas desaparecidas desde 2007, según datos del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) del gobierno federal.
En la búsqueda incansable por dar con el paradero de sus seres queridos desaparecidos, sus familiares han caminado por montes baldíos, terracerías, descampados y fosas comunes localizadas en territorios amargos que muchos no alcanzamos a imaginar.
Pero también caminan su día a día, con calzado cotidiano. Con el que se anda a diario, porque diaria es la tarea de mantener la esperanza viva y la determinación a evitar que sus seres amados sean olvidados, a que la historia oficial del gobierno los criminalice, manche su memoria, los use como simples cifras para sostener sus estrategias políticas.
Es calzado de niños, de madres que buscan a sus padres, de padres que buscan a sus hijos, de familiares que buscan a los suyos. Es calzado que ha dejado huellas, y que porta en sí mismo las huellas del enorme trabajo que se ha tenido que hacer.
Sus suelas, ajadas por el uso, no sugieren desgaste ni agotamiento, sino una lucha constante. Un temple invencible. Llevan inscritas la esperanza que los sostiene, el amor inagotable que les impulsa y el testimonio de resistencia y solidaridad con que sus portadores caminan y se acompañan.
Para conmemorar el 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada, y a manera de contribuir a mantener la esperanza encendida, se inauguró la exposición Huellas, pasos por la memoria, verdad y la justicia, en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
En el mensaje de inauguración estuvieron presentes tres personas que se han encargado de crear redes de apoyo y búsqueda a lo largo de tres décadas en nuestro país.
Rosario Piedra Ibarra es hermana de Jesús Piedra Ibarra, una de las primeras víctimas de este delito en nuestro país que se tienen documentados. Fue secuestrado el 18 de abril de 1975 en Monterrey, por grupos paramilitares, mientras esperaba un camión urbano en la esquina de Reforma y Félix U. Gómez.
“Desde ese día, en que mi hermano desapareció, más de cuarenta años después, vemos que este crimen se ha multiplicado y sigue mutilando a miles de hogares mexicanos. La desaparición forzada es un crimen catalogado como de lesa humanidad porque opera con toda impunidad y sin que la víctima tenga la menor posibilidad de defenderse ante un tribunal imparcial. Las víctimas son torturadas en cárceles clandestinas, en bases navales, en campos militares o en muchos otros centros de detención”, declaró la integrante del Comité ¡Eureka!, que desde 1977 se ha encargado en exigirle al gobierno mexicano respuestas y que, a la fecha, ha logrado la presentación con vida de 148 personas desaparecidas.
Leticia Hidalgo, madre de Roy Rivera Hidalgo, estudiante de la UANL desaparecido en 2011 por policías municipales, fundadora de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León, FUNDENL, invitó a la comunidad a que asistan a sentir la exposición. “Hemos tenido un camino lleno de obstáculos, desde la indiferencia de la sociedad, el abandono de amigos, la criminalización de nuestras hijas e hijos, la burocracia y la apatía de las autoridades, pero seguimos caminando, buscándolos. Los buscamos con vida, la de ellos y por ellos, la nuestra, la de todos. Buscamos la verdad, la justicia. Porque hasta entonces podrá haber paz. Seguimos caminando, porque los vamos a encontrar”.
Guadalupe Pérez Rodríguez busca a su padre, Tomás Pérez Francisco, desde el 1 de mayo de 1990. Guadalupe forma parte además del Colectivo Huellas por la Memoria, encargado de la exposición, que cuenta con 60 pares de zapatos cuyas suelas dejan una impresión que cuenta una historia.
“Las huellas en color verde significan esperanza y vida con la que todos los días te levantas. Las naranjas son símbolo de la alegría del reencuentro, porque no solo hay derrotas, también hay logros”, dijo. En la exposición hay una línea del tiempo donde se explica cómo se fue instrumentando las políticas de terror en nuestro país, desde los años 70 a la fecha.
“La exigencia la tenemos que hacer como sociedad. Si no se nombra , el círculo de la desaparición forzada se va cerrando y hay que evitarlo que eso pase. Es necesario que la gente se encuentre con estas historias. Que las sientan y difundan”.