En el 2015 visité Lisboa por dos razones especiales: Fernando Pessoa y el fado. Este último es un género musical tradicional de Portugal y digamos que es una especie de lamento. Se dice que las canciones se escribían, en gran parte, para las personas que estaban a punto de embarcarse y surcar el mar. Hay que recordar que durante muchos años Lisboa fue un puerto de gran importancia para el continente europeo; así, muchas personas llegaban de paso, otras partían para no volver y unas más regresaban a esta que era su casa.
Esta es una de las razones del porqué el fado esta impregnado de saudade, es decir, de nostalgia, aunque la palabra en portugués significa algo aún más profundo que la nostalgia.
Escucharlo en vivo es toda una experiencia. Todas las noches llegaba a un pequeño lugar tradicional llamado Tasca do Chico, pedía una garrafa de vino verde y me sentaba a escuchar el canto nostálgico del fado que interpretaban los diversos cantantes. El lugar era muy pequeño, cabíamos alrededor de 30 personas y compartíamos mesa. Ha sido uno de los momentos más felizmente nostálgicos que he vivido.
En esa búsqueda de música, encontré a estos portugueses de Deolinda, quienes son parte de la sangre nueva del fado. En su música respetan los elementos de la tradición, pues este tipo de música es de sumo respeto, pero le suman elementos de música pop y más actuales, digamos que es una versión actualizada del fado.
La canción, “Passou por mim e sorriu” tiene cierta poética en su letra, lo cual también es característico de este género, y se mueve en una melodía lenta similando el vuelo de la mariposa de la que habla la cantante cuando pide volar.
Cada vez que escucho esta canción es imposible no recordar las calles angostas, empedradas de Lisboa, es sol del atardecer que cubre mágicamente todos los techos de teja en las colinas y las fachadas de mosaicos con que adornan las fachadas de las casas de la ciudad más nostálgica de Europa.
En esta canción guardé mis recuerdos de Lisboa.