La difícil cualidad de la sencillez
Omitiré mis comentarios acerca de los dos textos obligatorios, necesarios, oficiales, institucionales del gobernador y el secretario de Cultura en turno que anteceden al contenido maravilloso de este libro. Esta idea surgió de la visión de un escritor regiomontano dedicado a la docencia llamado Romualdo Gallegos, quien en coordinación con Sandra Treviño Lozano y con un equipo de colaboradores conformado por Guillermo Berrones Castañon, Ernesto Jiménez Silva y Víctor Manuel Rodríguez García, se dieron a la tarea de lo siguiente: Hacer una antología de poemas escritos por autores de Nuevo León para niños y niñas del estado.
Así descrito suena bien y suena fácil, pero el libro, es decir, la antología, es resultado de un experimento. Se convocó primero a un grupo de poetas, personas que describiremos de la siguiente manera parafraseando a Gabriel Zaid: Los poetas son quienes dan identidad y fundamento a una tribu o a una gran ciudad. Ellos, los poetas, asistieron a algunas escuelas primarias del estado, leyeron sus textos y convivieron con los niños impartiendo talleres de escritura creativa. Después de esa experiencia los maestros instruyeron a sus alumnos para que, a partir de ciertos poemas, estos fueran interpretados con dibujos y con versiones escritas por los niños, los cuales (como dice la cuarta de forros) se comportaron a la altura, aportando la difícil cualidad de la sencillez y la chispa de ingenio. Los textos y dibujos fueron incluidos en la antología creando un fuerte nexo entre el lector y el poeta. Así, los 63 poemas aportados por los poetas “profesionales” son acompañados por 150 versiones (dibujos y textos) de los niños. Al final del libro se incluye un anexo donde aparecen los créditos de los “nuevos” poetas que incluye, nombre, grado que cursaban, nombre de su texto y su dibujo y a qué escuela primaria pertenecían. ¿A poco no está genial? A mi parecer es el experimento más hermoso que se ha realizado en este árido reino para difundir la poesía y dar a conocer a quienes la escriben desde aquí.
Lo que los contenidos curriculares omiten con singular alegría
(Retomo algunas ideas que Romualdo Gallegos expresa en la presentación.) El entorno comunitario alrededor de las escuelas es el que puede crear acontecimientos culturales que influyen en la formación de los alumnos. No se engancha con nada. Las escuelas más allá de su nombre, que muchas veces es el de un personaje histórico (de la Independencia o de la Revolución) es el hecho con el que se cumple esa parte y con eso se da por satisfecha su injerencia cívica y cultural. Y más allá de eso, la escuela no tiene idea de cómo hacer interesante para los alumnos el arte, la cultura y la historia. Sobre todo la que se hace desde la comunidad (municipio o estado). De estas preocupaciones surgió la idea del involucramiento con los poetas, productores de cultura por una parte y trabajadores del lenguaje y la comunicación por otra. A su vez, este experimento desmitifica la figura del escritor, persona común y corriente que además posee algunos dones como el de saber escuchar. Ojalá las visitas de los poetas a las escuelas públicas y privadas del estado se retomen, que se incluyan en la agenda, que se instauren como programas académicos y que se incluyan en los contenidos curriculares. El resultado de este libro, de este hermoso experimento, es la prueba de que programas de enlace pueden resultar efectivos. Lamentablemente a esto no se le dio seguimiento.
Texto de circunstancias.
Entiendo a los manifiestos como un texto donde los autores se asumen como autores y son además firmantes. Así veo a esta antología doble. Hay una distancia que nos libera de nuestros propios actos sin dejar de responder por ellos. Así la entiendo. Donde uno se funde sin confundirse, donde uno se hace entender entendiéndose a sí mismo como un niño que lee un poema sin ningún problema y lo dibuja y lo transcribe sin ningún problema, porque lo ve común, porque responde a la acción. Es decir, reacciona. Cosas como estas me impiden dejar de alabar este libro. Yo soy un escritor (así me asumo) y los niños lectores/escritores que interpretaron el poema con el que contribuí a este juego, por ejemplo, (que son Roberto, Edna y Yahaira) también fueron escritores además de lectores. Asumieron su circunstancia. El experimento dio resultados, felices resultados como cuando uno juega y se divierte y a la vez descubre que las palabras extravagantes, raras, gordas , flacas, altas, chaparritas, están ahí para que las leas y sepas que construiste algo perdurable.
La poesía, sin duda, es un juego, un espectacular juego en el que todos podemos aprender siempre algo.
Avalancha de ruidos e imágenes que intentan decirnos algo
Los textos de Ramiro Garza, Nemesio García Naranjo, Armando Joel Dávila, Alfonso Reyes, Jeannette Clariond, Luis Javier Alvarado, Jorge Cantú de la Garza, José María Lugo, Isabel Fraire, Hugo Padilla, José Emilio Amores, Armando Alanís Pulido, Juanita Soriano, Felipe Guerra Castro, Eduardo Zambrano; Gabriel Zaid, Pedro Garfias, Celedonio Junco de la Vega, Porfirio Barba Jacob, Guillermo Meléndez, Graciela Salazar Reyna, Xorge González, Andrés Huerta, Carmen Alardin, René Rojas Santana y Eligio Coronado entre otros, sugirieron a los niños los ruidos y las imágenes, para que ellos desarrollaran sus primeros textos, para que se involucraran más allá de la lectura. Ellos son los verdaderos autores en esta singular antología. Zaid dice que si el poema es habitable y recreable por la lectura, lo seguimos haciendo, se continúa la obra del autor. De escritor a escritor desmitifica al resto de las antologías de poetas de Nuevo León, les quita esa etiqueta de juicio final, y se convierte en un diálogo. Porque los ideólogos de esto, como se menciona en la metáfora de la araña, el texto de Romualdo Gallegos que sirve como introducción, creen que sí hay auténticos lectores. Tan auténticos como estos niños que se sumaron al jueguito e imaginaron que la poesía también viene en barajitas.