Cuando estoy con Fightback es como pegarle a alguien en la cara dentro de la jaula: Ricardo «Loco» Arreola

Arreola es uno de los personajes más temidos de la escena hardcore de Nuevo León. El todavía vocalista de Fightback llevó sus problemas y su sentir a las artes marciales mixtas, donde es peleador profesional.

La Nuevo León Hardcore (NLHC) ya es historia. Las bandas, los shows y su escena que comenzó a dar de qué hablar por todo México desde el año 2000 también. Hoy en día, muchos que se sumergieron en ese movimiento retienen en sus cabezas aquella época de moshpit y sing-alongs. Uno de sus personajes más populares, temidos, violentos y recordados es Ricardo “El Loco” Arreola, todavía vocalista de Fightback, que es una de las pocas agrupaciones que siguen haciendo música, tocando en sitios como el Café Iguana.

Sin embargo, El Loco, desde hace algunos años llevó sus problemas, su sentir y su etapa más NLHC a las Artes Marciales Mixtas, donde es un peleador profesional. Todas esas peleas en las que se vio envuelto en las calles y en los shows, ahora tienen un signo de pesos, un futuro más claro. También, su estilo de vida, ya con casi 40 años y con la fuerte influencia que tuvo del estilo hardcore de La Gran Manzana (se puede ver en este documental) es más relajado.

Tras recordar muchas de las riñas que provocaba él solo o con sus amigos de San Nico Terror (San Nicolás de los Garza) en cualquier lugar; como cuando lo vi aventarle un amplificador en la cara a un sujeto que le tomó a su cerveza,decidí charlar con él y saber sobre su infancia, su adolescencia, el acercamiento que tuvo a la música, la similitud entre el hardcore y las Artes Marciales Mixtas, entre otras cosas.

Has comentado que vivías enojado. ¿Por qué? ¿Eso viene desde tu infancia?

De niño no me había dado cuenta de que estaba enojado. Mi infancia, la verdad, estuvo chida. Cuando mi papá y mamá estaban juntos todo estaba bien. Pero entré a la adolescencia y a mi mamá le diagnosticaron cáncer en el cerebro. La operaron una vez, sin embargo, y en lugar de favorecerle le dio más fuerte la enfermedad. Ella falleció, eso fue lo que me enojó. También porque meses después mi papá se casó con su secretaria. Desde entonces comencé a verme envuelto en peleas, en problemas.

También creciste en una de las colonias más bravas y populares de Monterrey, Nuevo León: La Independencia. Imagino que las peleas y los problemas eran algo cotidiano.

Primero viví con mis papás en San Nicolás de los Garza. No obstante, en mi juventud mi papá me corrió de la casa y empecé a andar de vago. A los 18-19 años, sin proponérmelo, me fui a vivir a Houston. Llegué ahí porque fui a un concierto de All Out War, y terminé quedándome por un tiempo, haciendo de todo en un estudio de tatuaje. Conocí gente involucrada en la música hardcore y me fui de tour con la banda de Nueva York, Sick Of It All. A mi regresó a Monterrey fue cuando terminé viviendo en La Independencia, en la casa de un amigo. Era puro desmadre. Todo el tiempo andábamos tomando, molestando a la gente, causando problemas en la calle. Ya después viví con mi abuela.

¿Estar enojado y desenvolverte en un lugar como La Independencia cómo era?

Sinceramente no me involucré mucho con la raza de ahí. Sí conocí a los malandros de La Independencia, pero no me juntaba con ellos. Yo siempre estaba entrenando. No me gustaba cotorrear tanto con ellos.Vi y supe de muchos que murieron o los quebraron desde bien jóvenes. A lo que voy es que nunca fui parte de una pandilla, como se acostumbra en ese lugar.

¿La conexión que hiciste con la música cuándo y cómo llega?

Llegó desde que vivía con mis papás. Con quienes formé Fightback empezamos a ensayar, a intentar hacer una banda. Lo que nos marcó, nos volvió locos, fue cuando Slayer sacó Undisputed atittude [American Recording, 1996], un disco donde hicieron covers de las bandas hardcore y punk que los influenciaron. Ese álbum nos gustó tanto que dijimos: “Esto tenemos que hacer, fusionar el hardcore con el metal”.

https://www.facebook.com/FightbackNlhc/videos/267015334216339/

Así conociste el metalcore, subgénero del hardcore.

Algo así. Pero desde niño escuché metal y algunos de sus subgéneros. Sin embargo, cuando Slayer hizo covers de Minor Threat, Verbal Abuse, entre otros artistas, fue la inspiración para iniciar Fightback, para hacer una banda igual de agresiva.

Tú bien sabes que en los shows de hardcore hay mucha adrenalina. ¿Cómo transportas la energía de ser el vocalista de Fightback a estar en una jaula de Artes Marciales Mixtas?

Después de muchos años en los que me la vivía enojado, buscando peleas en la calle, metiéndome en problemas por andar borracho, un día pensé que todo eso no me llevaría a nada. Me di cuenta de que necesitaba cambiar mi estilo de vida, de enfocar todo lo que sentía en algo con futuro. Primero,cuando empecé a dar clases de Artes Marciales Mixtas, entendí que no podía darles a mis alumnos un mal ejemplo. Ya tengo diez años que no bebo alcohol. No me lo imaginaba y me quite muchos pedos de encima.

Pasaste de estar envuelto en peleas callejeras, a ser un ejemplo para quienes gustan practicar las Artes Marciales Mixtas.

Todo se dio por pura necesidad. Antes de eso tenía una empresa, un call center; también otro negocio de guardias de seguridad. Me iba muy bien,pero, así como ganaba dinero me lo gastaba en borracheras, en fiestas.

¿Esto fue en la época dorada del Nuevo León Hardcore?

Sí, en esa época andaba de cabrón. Sin embargo, me decidí a dejar atrás el call center y el negocio de guardias de seguridad para ponerme a entrenar de mejor forma. Fue una decisión complicada, no cualquiera se dedica a lo que le gusta. Yo dejé de ganar todo el dinero que ganaba y del cual ya estaba acostumbrado, simplemente por tranquilidad, por dedicarme a hacer lo que me gusta. Me enfoqué cien por ciento al entrenamiento, y cuando ya empecé a poder vivir de las Artes Marciales Mixtas, me di cuenta de que tenía que hacerlo bien.

Remontándonos a los años del Nuevo León Hardcore. ¿Cómo era ese movimiento? Lo pregunto, porque se respiraba mucha violencia, mucha testosterona en los shows y festivales que se organizaban, con la infinidad de bandas que había en la ciudad.

Lo que me dejó e hizo que me preguntara la NLHC, posterior a tanto desmadre y broncas fue: “Ahora busca algo en lo que seas bueno y trata de ganar dinero con eso”. Y como siempre me han gustado los chingadazos, en el presente puedo vivir de andarme partiendo la madre. En la escena hardcore de Monterrey sí había violencia; siempre había punks y skinheads que andaban cagando el palo y pues había que pelearse. Por eso había caguamazos y campales. Sin embargo, entre todo eso hice muchos amigos, los cuales podría decir están por todo el mundo. Eso fue gracias a la música.

¿Cómo es eso?

Las veces que he viajado a Nueva York y a otros lugares, siempre salen amigos que hice gracias al hardcore. Es gente con la que tal vez compartiste un show y pensaste que ya no volverías a verlos en tu vida. En sus países te reciben muy bien, por el simple hecho de compartir el mismo gusto por la música.

Como el frontman de Fightback, uno de los grupos representativos del hardcore regiomontano desde hace casi veinte años. ¿Qué representa para ti ser parte de esa historia musical y underground?

Fightback, aparte de que sigue siendo mi pasatiempo, desde sus inicios ha sido mi desahogo. Cuando estoy con Fightback, es como pegarle a alguien en la cara dentro de la jaula. Hacer música con tus amigos y gritar lo que sientes no tiene precio.

El ambiente de las Artes Marciales Mixtas, como el sumergirte en la escena hardcore, es bastante similar.

Sí, tienen una gran relación. Principalmente porque llevas una carga de adrenalina al límite. Cada vez que salgo a pelear, lo hago igual de motivado que en los shows de Fightback. De hecho, en mi última pelea salí a la jaula mosheando. Creo que muchos no lo entendieron.

Tú y la mayoría de los vocalistas del Nuevo León Hardcore decían que los shows eran para sacar todo, para olvidarse de los problemas. ¿Ahora la jaula de las Artes Marciales Mixtas representa lo mismo para ti?

Sí, por supuesto. No hay un sentimiento más único que prepararte para una pelea, ya que un güey está haciendo lo mismo para romperte tu madre. Eso es algo bien fuerte.

Retomando lo de la calle, los problemas, tus amistades, la música. ¿Alguien te aconsejó para que dejaras los pleitos y te dedicaras de lleno a las Artes Marciales Mixtas?

No. La mayoría de la raza dice: “Mi papá me inspiró”. Sin embargo, el mío me mandó a la verga. Aparte, todos mis amigos eran igual de peleoneros y borrachos. Lo que pasó es que yo ya no quería ser así.

¿Tú mismo te acercaste a las Artes Marciales Mixtas?

Sí, pero siempre tuve una disciplina de hacer ejercicio. Eso podría decir que sí me lo inculcó mi papá. Hacia karate, box, muay thai, jiujitsu. Entonces, cuando llegué a La Independencia decidí trabajar y entrenar, porque ahí, sí te dejas, te empinan.

Después de tu etapa en la Nuevo León Hardcore, la cual marcó la vida de muchos que tocaban en bandas o asistían a los shows, ahora ya no tienes malos vicios, sino simplemente el practicar Artes Marciales Mixtas. ¿Cómo es El Loco hoy en día?

Yo diría que todos los de esa época han de decir que ahora soy aburrido. Me duermo temprano, me despierto temprano; sólo me desveló cuando salgó a tocar con Fightback o mi otra banda de black metal, Hammer of Hate. Ya no soy el mismo desmadre que antes.

¿Extrañas algunas cosas del viejo Ricardo “El Loco” Arreola?

Extraño ver más a mis amigos y salir de fiesta, amanecerla. Ahora gastó menos dinero, me meto en menos problemas y optimizo mi tiempo.

Por último. ¿Te arrepientes de tu pasado como uno de los personajes más violentos dentro del hardcore regiomontano?

No, para nada. Si alguien se llevó unos madrazos es porque se lo merecía. Todas las broncas que tuve forjaron el peleador de Artes Marciales Mixtas que soy. Eso me gusta.