Hace algunas semanas escuché una conversación en una tienda de discos. El encargado de la tienda platicaba con una clienta, quien además era su amiga (esto lo deduje por la confianza con la que charlaban). Él le dijo que tenía la maqueta de una nueva canción (supuse entonces que tocaba en una banda), pero que había tenido que discutir con su compañero de grupo, al parecer el compositor, para lograr este último tema. “Es que este güey andaba muy denso y tuve que decirle: oye, está chido que te preocupe la situación, las personas y todo lo demás, pero no mames, nadie quiere oír canciones densas sobre la realidad. Lo que todos quieren es olvidarse de la pinche pandemia y divertirse”.
Esta conversación me hizo hacerme varias preguntas: ¿cómo puede uno saber qué es lo que quieren escuchar “todos”? Muchas veces cuando decimos “todos” en realidad queremos decir “Yo”, pero tratamos de reflejarnos en la mayoría para justificarnos. Segunda pregunta qué me hice: ¿se hace música pensando en lo que uno necesita expresar o en lo que los demás quieren escuchar? Esto me llevó a la pregunta más importante: ¿Cómo será la música post pandemia?
La realidad que estamos viviendo ha afectado todas nuestras formas, entre ellas la de hacer música, así como el modo de promocionarla y consumirla. Esto definitivamente afectará la música que se está haciendo ahora y la que se hará en el futuro. Lo que no sabemos es de qué manera será esa afectación. De entrada, y de manera romántica, pensaríamos que sería afectada de forma positiva ya que la música ha podido acompañar a muchas personas durante el confinamiento. Un amigo que tiene un negocio donde vende calzado y viniles, me dice que son estos últimos los que han mantenido el negocio, que la gente no ha estado comprando zapatos, pero sí discos. Entonces, uno pensaría que la relación entre las personas y la música podría estarse fortaleciendo en estos días.
¿Hacemos canciones para olvidar? Mucho tiempo he creído que es al contrario: hacemos canciones para mantener viva la memoria y los recuerdos de diversos momentos y situaciones en nuestra vida.
Además del lazo con el público, uno podría pensar que por ende el músculo creativo de quienes hacen canciones también se está ejercitando, porque, además de que se escucha más música aparentemente, hay muchas cosas qué decir y sobre las cuales hablar. Esto es muy importante para quienes hacemos canciones, pues todo el tiempo estamos buscando algo qué decir, y esta situación nos da muchas cosas para pensar, sentir y expresar.
Pero, ¿qué pasa si como autores no queremos ver nuestra realidad sino evadirnos? Hace poco entrevistaba a un par de músicos conocidos y ambos decían que habían hecho canciones para tratar de que la gente se olvide de sus problemas. Nunca me había cuestionado esto, pero, ¿hacemos canciones para olvidar? Mucho tiempo he creído que es al contrario: hacemos canciones para mantener viva la memoria y los recuerdos de diversos momentos y situaciones en nuestra vida.
No es algo poco común: con mi propia banda, Inspector, muchas veces se ha utilizado este discurso de “música para que la gente se olvide de sus problemas”. Y es válido que exista esta música también, pero hasta qué punto lo hacemos conscientemente y hasta qué punto es por mera comodidad. Yo soy de las personas que le gusta encontrarse en una canción, verse reflejado, identificarse con lo que ahí se dice, porque al final las canciones son eso: lugares de encuentro donde muchos nos encontramos, para darnos cuenta que no vamos solos por la vida.
Y vamos, hablar de la realidad no es sinónimo de pesimismo o amargura. El reflejo que nos dan las canciones pueden ser dos: reflejan lo que vivimos o reflejan lo que evadimos. Y como artistas tenemos una responsabilidad: reflejar lo que ocurre a nuestro alrededor porque de ahí se nutre nuestro trabajo. Solo me pregunto: ¿cómo será la música post pandemia?