Caifanes está por cumplir 8 años desde que anunció su regreso a los escenarios. A pesar de llenar ciertas plazas y ser grupo principal en la mayoría de los festivales, se comienza a visualizar un cierto desgaste. ¿Qué los detiene a continuar la historia?
Por: Alejandro González
La historia de Caifanes bien podría dividirse en dos etapas: Una muy creativa y pasional, que abarca de 1987 a 1995. Cuatro discos memorables y un montón de canciones que forman parte del ADN del rock mexicano. La segunda empieza con su reconciliación, que abarca del 2011 hasta hoy. No hay discos, ni canciones nuevas. Solo nostalgia.
El reencuentro de Caifanes se dio unos meses después de que Saúl Hernández recuperara por completo los derechos comerciales del nombre de la banda. Era obvio que si alguien iba obtener ganancias, tenía que ser su fundador. Se habló en un principio de solo dos conciertos; dos palomazos, le llamaron: Una presentación en el festival Vive Latino y una más en el festival Coachella en Estados Unidos. Éxito rotundo. Era claro que el recuerdo de los cinco Caifanes permanencia intacto en la memoria colectiva.
Días después se anunció una gira de despedida por todo México y Estados Unidos. Sold out. La nostalgia vende, y mucho. Según palabras de sus integrantes, se buscaba darle un cierre digno a la historia de la banda. Una reconciliación con ese pasado de disputas, egos y traiciones. Ese cierre aún no llega.
El pasado de Caifanes es asombroso. Tuvo una carrera relativamente corta pero llena de éxitos. Sus canciones se convirtieron en una especie de himnos para toda una generación que conectó con la banda de una manera especial. No solo era el sonido, las letras o la imagen. Caifanes representaba un momento, un movimiento, una actitud. Caifanes era, para muchos, un estandarte del rock nacional de aquellos años. Una perfecta combinación entre el éxito comercial y la integridad artística. Había en ellos, en su trabajo, una honestidad muy visceral. A pesar de su creciente popularidad, parecían proteger lo más importante; la música.
Hoy Caifanes está por cumplir 8 años desde que anunció su regreso a los escenarios. Ya no está con ellos el guitarrista Alejandro Marcovich. Pieza clave en el sonido de la banda, sobre todo en el disco El nervio del volcán. A pesar de llenar ciertas plazas y ser grupo principal en la mayoría de los festivales, se comienza a visualizar un cierto desgaste. Los lugares en los que se presentan cada vez son de menor capacidad. El legado de Caifanes ha dado mucho de sí durante muchos años y probablemente lo seguirá haciendo, aunque cada vez, en menor medida.
¿Qué los detiene a grabar un nuevo disco? ¿A continuar la historia? ¿A crear nuevas canciones? ¿Nuevos adeptos? Porque es indudable el talento de sus integrantes. Hablamos de grandes músicos, compositores y productores. Sabo Romo, Alfonso André, Diego Herrera y Saúl Hernández eso son. Basta darle una escuchada al disco Música en silencio del tecladista Diego Herrera para darse una idea que el talento permanece. O al trabajo del baterista Alfonso André en La Barranca. La labor a nivel producción de Sabo Romo en su proyecto Rock en tu Idioma Sinfónico. Y, por supuesto, un compositor como Saúl Hernández hoy en día tendría mucho que decir. ¿Es el miedo de no estar a la altura de lo que Caifanes representó? ¿O es, más bien, la comodidad de seguir enfrascados en su propio pasado mientras sea negocio?
Es innegable lo que la banda representó en los años noventa. Lo mucho que dio al rock mexicano. Y es claro también lo que hoy representa: Un grupo que explota, su propia nostalgia.