Cinema yonke

«Body Snatchers», los putazos del cine yanqui cincuentero

Este film es un clásico imprescindible de la ciencia ficción, pero es mucho más. Inaugura, junto con otros, una serie de películas que se interrogan sobre el ser humano desde la perspectiva de los hechos políticos ocurridos en la primera parte del siglo XX.

POR:

OPINIÓN

Luego de la Segunda Guerra Mundial el mundo se dividió en dos bloques: el comunista (liderado por la URSS) y el capitalista (liderado por los EU). Ambas potencias nunca llegaron a enfrentarse directamente, no son pendejos. Las batallas se dieron en países satélites cuyos bandos eran financiados por estas dos grandes potencias. Era lo que se llamó La Guerra Fría. A pesar de que no había un enfrentamiento directo entre ambos, el riesgo era real. El desarrollo de las armas atómicas y la posibilidad de enviarlas a largas distancias no hizo más que aumentar el temor a una guerra nuclear.

En este entorno es en el que se publicó la novela Los ladrones de cuerpos de Jack Finney (1954). Dos años después apareció la primera versión cinematográfica de la novela: La invasión de los ladrones de cuerpos, un clásico del cine de ciencia ficción dirigido por el siempre excelente Don Siegel, quien luego se haría famoso por su Harry, El Sucio, protagonizado por Clint Eastwood.

Invasion of the Body Snatchers nos sitúa en la América rural en los años cincuenta: grandes casas con porches, jardines y amplios coches. Todo parece perfecto en un idílico pueblo americano. Pero poco a poco empiezan a ocurrir extraños sucesos: El arranque de la película, narrada en clave de flashback por el doctor Miles J. Bennell (Kevin McCarthy) desde el hospital psiquiátrico en el que se encuentra retenido, es ejemplar: “Todo empezó el jueves pasado, al menos para mí. A primera vista todo parecía igual… pero no lo era”. Así, describe el ambiente de la pequeña población de Santa Mira a su regreso de un congreso médico. Enfermos impacientes por ver a un doctor que días después dicen estar bien, personas que afirman que parientes suyos han cambiado, negocios que cierran por falta de clientes, etcétera. Parece una cosa de psiquiatría. Algo sólo explicable por una histeria colectiva o una plaga de neurosis quizás provocada por el miedo a una guerra nuclear. La amenaza del film no tiene forma propiamente dicha, sino que adopta la forma de los vecinos del pueblo. Poco a poco los habitantes del pueblo irán cayendo uno a uno bajo las redes de la amenaza. Mientras duermen son sustituidos por otros seres idénticos a los originales, pero sin sentimientos, que salen de unas extrañas vainas gigantes.

La cinta crea perfectamente esa sensación de paranoia que se apodera de los personajes principales. ¿Existe algo más aterrador que ser traicionado por tus seres queridos?

Casualmente, los invasores se parecen mucho a los comunistas: no consumen y parecen no tener sentimientos ni anhelos. Son muertos en vida. Jaja, pinches gringos explotan  sabiamente esa teoría de que el miedo es mucho más terrorífico cuando no se ve o cuando lo provoca algo cercano. Cuando nuestra familia y nuestros vecinos son la amenaza da mucho más miedo que cuando son marcianos verdes. Quizás el origen de la amenaza sea extraterrestre pero el espectador la siente muy real, ya que los propios parientes forman parte de ella. La cinta crea perfectamente esa sensación de paranoia que se apodera de los personajes principales. ¿Existe algo más aterrador que ser traicionado por tus seres queridos?

No debemos olvidar que estamos ante un filme serie B de los años cincuenta, aunque en apenas 80 minutos Siegel narra con ritmo perfecto esta historia de ciencia ficción y terror en la que no sobra ninguna escena ni echamos de menos nada. El paulatino aislamiento del protagonista y la sensación de persecución están muy logrados, haciendo de este film un clásico imprescindible de la ciencia ficción, pero es mucho más. Inaugura, junto con otros, una serie de películas que se interrogan sobre el ser humano desde la perspectiva de los hechos políticos ocurridos en la primera parte del siglo XX, el de las utopías colectivas asesinas, y hasta qué punto de deshumanización pudieron llegar. Es de esa deshumanización de la que tratan.

Best

Me rompió una escena en la que la pareja protagonista intenta huir andando entre sus vecinos disimulando sus emociones.