El famoso director Peter Jackson debutó en el cine en el género gore, entregándonos una obra maravillosa, Bad Taste (1987), donde el desborde de ingenio, agudeza y creatividad sin ningún prejuicio buscó joder los moldes para hacer una cinta realmente atrevida.
Por: Luis Bernal
Puede que para mucha gente parezca absurdo, pero el gore es un género que siempre ha tenido resonancia en las personas, en los directores que hoy conocemos, que alguna vez fueron unos frikis cabrones que querían revolucionar el cine. A veces como medio principal de las historias, como es el caso de Saw (toda la franquicia) o nada más como herramienta de impacto mayor, como es el caso de películas slasher como The Texas Chain Saw Massacre o Halloween.
Hace un tiempo me sorprendió mucho encontrarme con que el famoso director Peter Jackson justo debutó en el cine con dicho género, entregándonos una obra maravillosa de la cual les hablaré hoy: Bad Taste (1987), donde el desborde de ingenio, agudeza y creatividad sin ningún prejuicio buscó joder los moldes para hacer una cinta realmente atrevida.
La premisa: bastante simple, como casi todo en el género. Pero vamos, muchas veces no necesitamos de una trama hiper mamona y pretenciosa (saludos Luca Guadagnino) para poder adentrarnos en una película y realmente disfrutarla. Todo va de una invasión extraterrestre –benditos años ochenta– en un pequeño pueblo fantasma, hagan de cuenta Saltillo, pero totalmente destruido (hagan de cuenta Saltillo). Los desaparecidos sirven de comida rápida para una hamburguesería intergaláctica, lo cual está super chingón, y «The Boys», un grupo paramilitar del gobierno neozelandés, armado por cuatro especialistas del exterminio, Derek, Frank, Barry y Ozzy, es enviado al pueblo para acabar con los invasores. No hay gran novedad en la historia, pero el verdadero valor de este filme se encuentra en el tratamiento que Jackson le dio. Bad Taste cumple sin problemas: acción, mucha risa y litros, barriles, contenedores industriales llenos de sangre.
Tengo que advertir que el desarrollo por momentos es lento. Jackson es muy detallista, recordemos que este hombre hizo la primera gran trilogía cinematográfica del siglo XXI, así que en Picadillo (en México somos súper creativos a la hora de renombrar películas) podremos encontrar los fetiches visuales a la hora de narrar del director, y por supuesto, los efectos especiales son de muy alto nivel a pesar de que prácticamente la financió solo, lo que le costó 4 años de su vida, y los actores eran sus vecinos, amigos y desconocidos dispuestos a ayudar. Si son de los que todo les da asco les recomiendo tener una tina cerca porque este filme nos demuestra que muchas veces los efectos especiales caseros superan a las cosas que se pueden conseguir con una computadora. No es apta de ninguna manera para vegetarianos, estómagos delicados y úlceras sangrantes. Me gusta, además, que con el tema del humor relaje un poco lo que visualmente puede resultar perturbador, es armoniosa, pues. Algo que también es destacable de este filme es que no hay mujeres ni tetas, no porque no me gusten las mujeres ni las tetas; me encantan las mujeres y las tetas, pero es raro que en películas como estas no utilicen este recurso. Punto para este genio.
Mi recomendación es que este fin de semana la acompañen de unos papanachos, root beer y ya si andan con ese mood, un litro de nieve. Se van a divertir y tendrán una de sus mejores sesiones de sexo cuando la película termine.
Best: Hay una balacera tan absurda que, analizándola un poco, resulta ser un tributo a Commando (1985) de Arnold Schwarzenegger.