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Attack of the 50 Foot Woman: enorme y encantadora

Attack of the 50 Foot Woman es un ejemplo perfecto de la simpleza que podía alcanzar el cine barato de los años cincuenta.

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OPINIÓN

Attack of the 50 Foot Woman es un ejemplo perfecto de la simpleza que podía alcanzar el cine barato de los años cincuenta.

Por: Luis Bernal

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Fotograma de Attack of the 50 Foot Woman

En 1958, poco tiempo después del estreno de The Amazing Colossal Man, de Bert I. Gordon (1957), apareció en carteleras, de la mano del director Nathan Juran, Attack of the 50 Foot Woman, una película muy divertida protagonizada por la encantadora Allyson Hayes. No tengo nada en contra de La Doña, pero bitch, please: ¡Get Out of Here! Hay niveles. Volvamos al filme pues, con una estética casi de cómic –clásico en la ciencia ficción realizada por los años cincuenta y sesenta– y con un argumento bastante pobre rodeado de efectos especiales tristísimos, nos arrojó una obra que juega con un temor/fantasía de mucha gente: una morra gigante. Pero también arriesga un montón al cuestionar el papel de la mujer por aquellos años.

Este filme serie B trata de una ama de casa con suficientes argumentos para ser extremadamente celosa, que casualmente se topa con unos extraterrestres que hacen que crezca hasta alcanzar los 50 pies (poco más de quince metros). Ya se imaginarán las cosas que suceden en la vida de una mujer de ese tamaño y con ansias de destrucción tan grandes como su cuerpo; con motivos netamente sembrados por el gandalla de su esposo intenta vengarse de él.  A pesar de no ser propiamente una cinta cómica el resultado es justo una serie de situaciones delirantes y poco creíbles que los van a mantener con una sonrisa casi lisérgica.

Nathan Juran tuvo el atrevimiento de abordar el tema de las amplificaciones humanas obviamente inspirado en el estilo de Gordon, de hecho éste mismo lo ayudó con el diseño de los efectos especiales, además usando un guión de Mark Hanna, co-guionista la mencionada película estrenada en el 57. Esta cinta acabó transformada en una versión femenina de la cinta de Gordon, aunque los resultados fueron encabronadamente inferiores. No importa, la mirada de la morra gigante asomando por la ventana vale cada segundo invertido en esta película.

Attack of the 50 Foot Woman es un ejemplo perfecto de la simpleza que podía alcanzar el cine barato de los años cincuenta, a pesar de contar con una crítica directa a la carrera nuclear desenfrenada de la época y quizás una aproximación a un imposible pre-feminismo militante, pero con diálogos que podrían calificarse como algunos de los más increíbles de la historia del cine.

Algo que impulsó a grandes proporciones esta película fue su cartel, obra del artista Reynolds Brown; esa soberbia imagen de una mujer gigante entre cuyas piernas pasa un puente hasta la madre de un desastre de automovilistas locos –hagan de cuenta Saltillo un día de lluvia– huyendo despavoridos, mientras en sus manos sostiene un coche. El cartel, como un dato más para que le den una oportunidad a este filme, es considerado uno de 50 mejores carteles de la historia del cine.

Véanla con tranquilidad, prepárense un chingo de hot dogs, palomitas y sus respectivas root beers. Van a pasar un buen rato, tiene toques de erotísmo muy, muy raros, nada de qué asustarse pero hay que tomar en cuenta que eran los cincuenta. Por cierto, la bellísima Yvette Vickers, motivo de la furia de la temporalmente gigante Allison Hayes, fue chica Playboy en julio de 1959. Si ustedes son fans de Tarantino encontrarán la escena original a la que el de Tennessee le rinde un tributo en Pulp Fiction.

Best: La protagonista no sólo cambia de aspecto físico, también su mentalidad es otra. Dice a la psicóloga en una de las escenas “no crecemos como mujeres si no confiamos en nosotras”.