En el arte, claroscuro es una técnica pictórica usada para exponer de manera adecuada las luces y las sombras en un cuadro, dibujo o pintura. El nuevo disco de Aterciopelados refleja muy bien esta idea de presentar luces y sombras en cuadros convertidos en canciones, de ahí el acierto de llamarlo Claroscura.
A lo largo de 13 canciones, el dúo colombiano utiliza una gama interesante de ritmos que pasan por el rock, pop, cumbia villera, cumbia andina, dancehall, reggae vallenato y hasta la polka para acompañar las letras de cada una formando un vestido hecho a la medida en el cual, tanto la música como la letra con igual importancia, forman parte de la tela que cubre ese cuerpo aterciopelado.
Pero no se trata de un disco que fusione ritmos variopintos solo porque sí. No es una fusión desbordada ni injustificada, ya que el hilo conductor, o el eslabón que une todos estos tipos de música, es el tratamiento electrónico que le dan a cada una de las piezas. Los elementos de música electrónica utilizados, no van en busca de algún atisbo de actualidad o modernidad, sino que juegan más como un elemento creativo, la pieza que aporta unidad al disco en lugar de que solo se trate de trece piezas sueltas.
Además, otro factor de ensamblaje musical importante en esta grabación son las letras de las canciones puesto que, si bien tratan temas distintos cada una, hay coherencia en el discurso. Las temáticas hacen un señalamiento y crítica a la industria musical, como por ejemplo en “Play”, donde canta junto a Anita Tijoux, y “Tumbao”, así como un cuestionamiento al contenido de las canciones actuales. Hay también un fuerte y sincero señalamiento hacia la cosificación de la mujer tanto en la sociedad como en el mundo del entretenimiento en “Cuerpo”, además de hacer un llamado contra la violencia de género en “Ay, Ombe”, donde Andrea canta junto al cantante y músico colombiano Jorge Celedón, y la invitación a que las mujeres se unan en lugar de separarse en “Despierta Mujer”.
En todo claroscuro no solo hay sombras sino también luces, como en “Tu amor es”. Manifiesto Colibrí” o el llamado ecologista en “Soñemos un bosque”. Pero sin duda dos casos llamativos son “Dúo”, un tema donde muestran una clase para resumir la historia de Andrea y Héctor en solo tres minutos y medio. Y “Piernas”, una canción con sonido gospel que utiliza el sistema de música tribal de canto y respuesta, como también lo hace la música religiosa, para hablar de la aceptación del cuerpo femenino.
A pesar de haber una cierta tendencia a hablar sobre el rol de la mujer en la sociedad, no es un disco feminista ni sobre feminismo, y una clave de ello es que no solo Andrea compone las canciones, sino que algunas son autoría de Héctor, su compañero. Tampoco podríamos decir que se trata de un disco de música activista, sino más bien la preocupación genuina sobre lo que ocurre alrededor de ellos. Quizás esta sea la razón de que Claroscura no suene aleccionador ni moralista y sí más cercano a la confesión y la charla entre amigos.
Hay grupos que después de años regresan y buscan gustar o llamar la atención de los jóvenes queriendo hacer uso de tendencias musicales que no entienden ni asimilan y terminan sonando a banda vieja queriendo sonar joven. No es el caso de Aterciopelados, que ni siguen tendencia ni pretenden sonar jóvenes, sino con los claroscuros propios que da la edad y la experiencia.
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