Lo que te molesta es que no vives como yo.
Y se que te importa, pero a mi no.
Larissa De Macedo Machado es uno de esos nombres lusos que al escucharlos parecen como de autor de culto. Y, posiblemente, a la vuelta de rueda, no solo suene como uno. Aún antes, o durante, del tiempo en que Anitta (nombre artístico de Larissa) ocupó un asiento en La Voz México, muchos la asociamos sin pensarlo mucho con el mundo del reguetón o el género urbano por canciones como “Indecente”, así como por la forma desenvuelta en que se comportó en escena.
Pero lo que Anitta y su equipo hacen en Kisses, (su cuarto álbum, lanzado el pasado mes de abril) aun teniendo ella apenas 26 años, es para escucharse y pensarse con mucha más atención. Y no es que su álbum sea en absoluto para hablarse en la misma mesa que otros lanzamientos de este año como Soy Piedra o Médula Silvestre. Pero sí es un disco que, aunque pueda no tocar las mismas emociones, el futuro seguramente le hará una justicia similar, pues también es valioso por méritos propios.
Es obvio que Larissa, con las decisiones quirúrgicas que tomó como parte de su caracterización, y las robustas pautas que tiene detrás, es parte de un esfuerzo que busca y tiene todo para estar en las grandes cadenas (re)productivas y distributivas del mainstream. Y debería estarlo, con este disco y los que le sigan. Kisses parece ser el inicio de una conversación sobre el sonido del mañana, y sobre varias cosas importante más.
Y bueno, ¿cuál es la “grandeza” de Kisses? ¿Sobre qué es la conversación? Pues sucede que Kisses es una de las pruebas más claras, quizá aún más contundente que Vibras (J Balvin) o X 100PRE (Bad Bunny), de que hay diferencias amplias (y generacionales) entre el perreo, su sonido y sus debates, y lo correspondiente con la música urbana, sus colaboraciones y el sonido global del presente y el futuro (Y también de Amara La Negra tendremos que hablar).
Kisses es un disco en el que uno puede encontrar a Prince Royce, igual que a Snoop Dogg y a Caetano Veloso, lo cual es por mero default, extraordinario. Si pensamos que Anitta es una performer de reguetón o de funk brasileño, no estamos entendiendo el juego: el pop urbano y globalista que hace, se nutre de eso y más. Para fines de perreo podemos preguntarle a Tomasa Del Real. Kisses es bastante más proporcional al Featuring de Norah Jones. Y quizás es tiempo de que si somos music fans, vayamos dialogando con nuestra sensibilidad sobre esto.
¡Y no solo eso! Desde Ritmo Perfeito, incluso antes, cuando tomó su nombre de la serie “Presencia de Anita”, Larissa es una bomba comercial in the making; en los códigos, lógicas y lengua cariocas. Y eso es lo que hace Kisses (un disco trilingüe, por cierto) tan interesante para el panorama del pop iberoamericano: Brasil contiene un collage de escenas importantísimas localmente, para América Latina y para el mundo, que por el miedo al portugués, les hemos pensado y oído de menos para fines comerciales. Y Anitta entra a casa, por la puerta, hablando los tres idiomas, con un disco audaz y sofisticado.
La lusilatinidad ( y la glocalidad) en este disco puede (y quizás deba) hablarnos de la amplitud del mundo en cuanto a sensibilidades y mezclas. Más allá de las influencias que la misma Anitta dice tener, Kisses me remite un poco más a Ciara, a Kehlani, a Bali Baby. Las cuatro, además mujeres. Y tiene que decirse a propósito del tono general del disco, que es importante escuchar a Anitta (Como cada una de las artistas referidas lo hace) siendo una persona outspoken acerca de sus deseos y sus prácticas (sobre todo la canción “Tu y yo”, claramente sin la participación de Maribel Guardia). Y si llevamos décadas cantando sobre párvulas bocas que siendo tan niñas nos han enseñado a pecar, ¿por qué no podrían las jóvenes como Anitta cantar y hablar directamente sobre ser amantes ruidosas (y mayores de edad)?
Como sea, “Poquito” y “Get to know me” son mis favoritas, así como el gesto estratégico de cerrar con Veloso en “Voce Mentiú”, como para bailar de cerquita al final de la fiesta, ya vacía. Esto parecería un especie de guiño; y seguro todo lo que siga en la carrera de Anitta mostrará que ella y su equipo tienen en mente todo esto, y que escuchan y canalizan diferentes cosas. Incluso el disco a ratos me hizo pensar en Gorillaz.
Aunque parecería claro y lógico un diálogo con jóvenes cómo Khea o Paulo Londra, voy a aventurar un poco en el musicalismo/mentalismo para mencionar la posibilidad de que Anitta se encuentre o mezcle también con los mismos Gorillaz, Charlotte Gainsbourg, Beach House y/o cualquier nombre en la escena referida como afrofuturista ¡Sucediendo también en Brasil, al corriente!
Pero sobre todo, que vengan una o más Larissas detrás de ella. Que se nos vaya haciendo más regular escuchar música de esa región, y de otras regiones; música hecha por morras. Que nos acostumbremos a escuchar y asentar lo que nos dicen, tanto entre ellas, como a todos los demás. Y no necesariamente por Kisses, que no es exactamente un tratado de sensibilidad femenina, y no tendríamos por qué tratarlo así. Pero creo que Anitta tiene mucho más que contar y mostrar, y en el tiempo, lo iremos viendo.