La mente y actitud positiva de Zack de la Rocha
Zacarías Manuel de la Rocha nació en 1970, en Long, Beach, California. Su principal influencia para cuestionarse sobre asuntos raciales, xenofóbicos e ignorantes los vivió desde temprana edad, en suburbios californianos y colegios donde estudiaba. Ahí los gringos –compañeros de clase y profesores– eran crueles con él: dejaban notar su nulo panorama multicultural que ha sido parte de esa zona de los Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Lo segregaban de sus entornos y lo hacían a un lado “al no ser como ellos”. Pero la furia que se acumuló en la mente y corazón de este niño perteneciente a la comunidad mexicana-estadounidense, le dio fuerza para convertirse en una voz que, hasta la fecha puede gritar, debatir y dar a conocer los problemas –principalmente el racismo y sus muros que se levantan al norte del Continente Americano, igual que la intolerancia, desigualdad social, las guerras, entre otras cosas– que continúan alrededor de él, sus recuerdos, su presente y entre el futuro de todos nosotros habitando este mundo cada vez más podrido.
Así la niñez –etapa de la vida que muchos consideramos lo mejor–, para quien se diera a conocer bajo el nombre de Zack de la Rocha, con el videoclip de 1992, “Killing in the name”, hizo que fijara su mente en cómo cambiar-mejorar las cosas, escribiendo canciones con temáticas sociales y de protesta. Pero también, la lírica inteligente que comenzó a ser cada vez más popular en cuanto salió el álbum debut de Rage Against The Machine, como parte del catálogo de Epic Records, es gracias a sus progenitores: su madre norteamericana, Olivia Carter, doctora en antropología. Y su padre chicano, Roberto “Beto” de la Rocha; pintor, artista gráfico y reconocido muralista en todo California por haber sido miembro del grupo político, Los Four. Eso, por consecuencia, terminó dándole ímpetu a Zack de la Rocha para no quedarse callado y, en cambio, ser una persona inquieta, perspicaz, radical. Incluso recordando una entrevista que la voz y alma de RATM le concedió a la revista Rolling Stone en 1999, mismo año que editaron su disco más pop, The battle of Los Angeles, explicó lo que sintió después de soportar tanta discriminación hacia su persona cuando era un infante solitario: “Me dije a mí mismo que nunca más estaría en silencio. Nunca me permitiría no responder a ese tipo de situaciones, en cualquier forma y en cualquier lugar”.
Entrada la adolescencia, durante la época donde Ronald Reagan vivió en la Casa Blanca (1981-1989), cuando los noticieros advertían a los padres de familia “que no dejaran a sus hijos involucrarse en el hardcore, una peligrosa expresión juvenil”, Zack de la Rocha fue ahí donde pudo desprenderse de todo el sentir que arrastra un descendiente de la comunidad chicana. Y precisamente pasó eso, ya que, como en casi todos los rincones del país norteamericano, el movimiento HC hizo erupción en distintos condados de California, trayendo agrupaciones que se convirtieron en inspiración para la juventud (Germs, Middles Class, Red Cross, Black Flag, Circle Jerks…), violentas pandillas que ocasionaban desmanes sin ningún tipo de provocación (La Mirada Punks, con el icónico personaje Frank The Shank, de quien se puede saber su historia en el libro de 2015, Disco’s out… Murder’s in!: The true story of Frank The Shank and L.A.’s deadliest punk rock gang); como también dejando la marca de anécdotas, mitos y mal entendidos que le dan su propia identidad a la escena californiana, en la cual se desarrolló quién a partir de 1991, junto a Tom Morello, Tim Commerford y Brad Wilk, formara uno de los grupos más llamativos y originales al combinar rap, funk y ritmos pesados.
Pero lo que dejó marca en Zack de la Rocha y lo influenció más, fue el hecho de que la explosión del american hardcore, reflejada en el documental de 2006 que hizo Paul Rachman, hubo una serie de asesinatos, demasiado nihilismo e irresponsabilidad, represión policial, problemas raciales, entre otras cosas que involucraban al Gobierno estadounidense. Y todo eso, en un sitio como lo es California, donde hay gente de distintas razas, se convirtió en un arma de doble filo, en un ring donde se suscitaban batallas campales. Por lo que la comunidad HC se vio dividida en grupos de neonazis (boneheads y miembros del Ku Klux Klan predicando la palabra de la extrema derecha en los shows), junto a otros conjuntos llenos de tolerancia, unidad y pasión (auténticos chicos hardcore que disfrutaban de la música y las letras de las canciones).
Sin embargo, donde todo fue más hostil era en Orange County (en ese tiempo uno de los sitios más conservadores de California). Ahí Zack de la Rocha vivió a su manera el auge del hardcore que comenzaba a proponer más cosas, en medio de distintas pandillas-neonazis que echaban a perder todo. No estoy seguro, pero me atrevería a decir que grupos como Uniform Choice o Unity lo inspiraron mucho, lo motivaron a que en algún momento decidiera forma una banda similar a esas dos (hasta me imaginó al adolescente Zacarías viendo como Pat Dubar, frontman de ambas agrupaciones, se ponía a golpear, junto a su pequeño grupo de punx Straight Edge, a una veintena de chicos ignorantes vistiendo como skinheads, gritando “Sieg Heil” en medio de sus conciertos).
Entonces, influenciado por una música que ya proponía el no consumir drogas, la lógica en lugar de ser violento, más la unión en el hardcore, Zack de la Rocha entró a un ambiente más positivo: se involucró en la rama del HC conocida como posicore, y comenzó a tocar la guitarra con Hardstance. Pero muy poco tiempo después, Inside Out se convirtió en la banda donde finalmente tomó el micrófono para gritar lo que escribía y tenía una gran carga de desconcierto, búsqueda interna y energía positiva. Por consecuencia, como una marca inolvidable hacia Zack de la Rocha, una canción de esa banda (Inside Out), quienes tocaron de 1988 a 1991, sirvió como el nombre perfecto para lo que fue un proyecto humanístico y político que llegó a ser muy popular para la juventud: RATM.
También, No spiritual surrender, EP editado en formato de 7 pulgadas por Inside Out, desde que salió al mercado en 1990 sigue siendo una grabación referente del HC californiano. De hecho, no deja de sorprender a quienes apenas se enteran que el vocalista de ese grupo un tanto underground, se trata del personaje de cabello chino, seguidor de Los Tigres del Norte, activista que mostró su apoyo al EZLN, y quien después de la muerte de RATM hiciera un proyecto llamado, One Day As a Lion.
Así, con esos viejos pasajes de Zack de la Rocha, no fue nada raro –tampoco falso– verlo con una playera de Los Crudos que dice “Ilegal, y que?”, en algunos de sus conciertos masivos con RATM. Y al saber que fue o sigue siendo un militante del Straight Edge, temas como “Bulls on parade” o “Wake up”, todavía, gracias a su cadencia lenta y bruta, parecen ser similares a los de cualquier banda perteneciente a Revelation Records en la década de los 90. O que la forma de rapear con un estilo duro, como lo hizo en “Renegades of funk” (cover de Afrika Bambaataa), se le diera tan natural, tan a la vieja escuela, y con la influencia de los proyectos que vio en vivo, y que seguramente lo formaron: INSTED, Chain of Strength, No For An Answer, o cualquier otro ligado al HC californiano.
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