Todos los días somos sometidos a una severa vigilancia y no existe manera de resistirse a ella, y mucho menos de evitarla.
Todos los días, nuestras conversaciones son registradas minuciosamente por diversas empresas expendededoras de toallas femeninas, teléfonos, computadoras, desodorantes y toda clase de objetos.
Nuestras conversaciones habladas, nuestras conversaciones en texto, nuestras fotos y nuestras imágenes personales transitan a cada segundo a través de la red, sin que sepamos bien a bien a dónde van a llegar ni de qué modi serán utilizadas. Eso de momento sencillamente no tiene remedio.
Todos somos espiados, minuciosamente espiados a través de las cámaras de nuestros teléfonos celulares, que algunos tienen dos tienen o hasta 5 cámaras, además de dos micrófonos, uno de mediana calidad y el otro a prueba de ruidos.
De ese tamaño es nuestra vulnerabilidad ante el mundo digital.
Pero nada es suficiente para la voracidad de Internet, de modo que muy pronto estará en nuestras casas Alexa, equipo de software y hardware que reposará sobre la mesa de centro de muchísimas casas, pudientes o no.
La ventaja de este gadget, creado por Amazon, es que participará como testigo fiel en todas las acciones en nuestra casa, y nos guiará incluso el clima y el tráfico, además de poder enlazarse con nuestras costumbres vía Spotify o Google.
Una de sus grandes innovaciones es que cuenta con 7 micrófonos, dando así al receptor información puntual sobre nuestras costumbres de consumo y costumbres a secas a numerosas empresas, que les darán el uso que consideran adecuado.
Así, se puede decir que esta vez estaremos más espiados que nunca.