En tiempos de escuchar música en Spotify, con miles de canciones a un solo click, acudir a una tienda de discos parece algo de otro siglo. Pero en los últimos años existe en Monterrey, como en muchas ciudades del mundo, un gusto por regresar al disco en físico y en especial al vinil, según sea de 7, 10 y 12 pulgadas.
En la ciudad existen diversos establecimientos que aún venden discos en acetatos, ya sea porque han mantenido una tradición por más de 40 años o, bien, porque han visto el resurgir de los vinilos tanto en jóvenes como por coleccionistas.
La Zona Sucia presenta cinco establecimientos en donde puedes conseguir vinilos de todos los géneros, desde la música de orquesta, pop, disco, y, por supuesto, norteña y vallenato.
Discos Viniles LP’s
Mercado Díaz Ordaz, segundo piso.
Avenida Morones Prieto, entre Yucatán y Querétaro, Colonia Independencia
El pequeño local de Discos Viniles LP’s en el Mercado “Díaz Ordaz” parece más un museo que una tienda de música. Hay tornamesas funcionando, carteles de Rigo Tovar y su concierto en el río Santa Catarina en 1981 pero, sobre todo, centenares de acetatos.
Jorge Solís Hernández es el propietario y poseedor de una amplia colección que va desde música regional norteña, vallenato, pop en español y rock.
El negocio inició en 1993 y se ubicaba en el Puente del Papa. Cuando desapareció la pulga se trasladó al “Díaz Ordaz” desde donde atiende a sus clientes frecuentes y a jóvenes «que llegan buscando la novedad».
Los discos, ya sean sencillos o de larga duración, se han convertido en un objeto de culto para coleccionistas. Por eso, entre más rara la grabación se aumenta el valor. Hay precios que van desde 100 hasta más de mil pesos.
«Por Facebook me contactan los más jóvenes. Son quienes más están buscando el disco vinil pues no los conocieron. Para ellos es nuevo todo esto», dice Jorge Solís Hernández.
Dark Vission
Parás 834, entre Padre Mier y Morelos. Centro.
Uno de los referentes para la escena rock y metal en Monterrey es la tienda Dark Vission, espacio que desde 2004 se mantiene con la venta de discos en distintos formatos.
Pero han sido los últimos cinco años en que el formato del vinil ha tomado un auge, sobre todo en los jóvenes y coleccionistas de verdaderas “joyas”, como explica Reyes Amaro, propietario de la tienda y del sello discográfico Screaming for Vengeance Records.
En Dark Vission no sólo hay música pues también cuenta con un amplio catálogo de películas de culto y terror, también en diferentes formatos.
Con el resurgimiento del disco en vinil fue inevitable el incremento de los costos por pieza, pues hay acetatos que van desde los 400 pesos hasta algunas piezas que sobrepasan los mil 500 pesos, como es el vinil Ride the Lightning, de Metallica
«Hoy los jóvenes nacieron con el mp3, pero luego ponen un disco de Pink Floyd en una buena tornamesa, y descubren un sonido que no habían escuchado. Sí, creo que el vinil suena mejor que un disco compacto», dice Reyes Amaro.
La Disquería
Washington 111. Centro.
Hace más de 20 años, para La Disquería el negocio de la música estaba en los cedés. Se ubicaban en el Mercado Fundadores y a pesar de las bajas ventas, ahí conservaban una pequeña colección de discos viniles.
La situación ha cambiado radicalmente en 8 años. Ahora cuentan con un local donde tienen una colección de 10 mil acetatos, que van desde la música de orquesta, pop en español, vallenato pero, sobre todo, un importante acervo de rock latinoamericano.
Julio Aguilar Morín, propietario, sostiene en sus manos un sencillo de 7” del músico argentino Leo García, con la producción artística del ex Soda Stereo Gustavo Cerati.
Pero en la colección de la tienda hay desde versiones japonesas de A Hard Day’s Night, de The Beatles, hasta versiones especiales de Iron Maiden, unas verdaderas joyas para coleccionistas que superan hasta los mil pesos a la venta.
“Lo que creo que sí ha aumentado es el coleccionismo, porque la gente te compra un disco de una banda que quizá ya no existe pero te lo compran en casete y en vinil. Sí se está vendiendo, el tema es que no es en cantidades industriales, son pocos y de ciertos artistas”, dice Julio.
Discoteca Popular
Guerrero 1011 Norte. Centro.
Podría decirse que la Discoteca Popular es una sobreviviente de la época de antaño de la Calzada Madero.
Gabino Fernández Cavazos dejó su trabajo como vendedor en la disquera DLV (Discos de Larga Vida) para poner su propio local en Guerrero y Reforma, porque «en la Calzada ya había muchas discotecas”, relata.
El establecimiento tiene una amplia colección de discos sencillos y LP’s de agrupaciones norteñas. El catálogo va desde Luis y Julián, Ramón Ayala, Los Donneños hasta llegar a grupos como Los Cougars, Tropical Panamá y Pegasso.
Pero también cuenta con un amplio repertorio de música disco y rock en inglés, y con un poco de suerte se puede encontrar álbumes de The Alan Parsons Proyect o Jethro Trull, que no superan los 150 pesos.
Con más de 40 años, la Discoteca Popular ha logrado mantenerse gracias al auge que ha retomado el disco vinil pues en los últimos tres años son los jóvenes los que llegan con el interés de comprar acetatos de música norteña.
“En la vida acumulé mucho LP y ahorita, gracias a Dios, con esos me estoy defendiendo. Viene mucho joven, que han conseguido la tornamesa, y están buscando los discos porque en el vinil está el sonido original de la música”, dice Gabino.
Dis-Colín (Cerrada)
Calzada Madero 118. Centro.
El pequeño local de Calzada Madero era el último vestigio de lo que fue la zona musical de Monterrey hace algunos años. La tienda Dis-Colín permaneció vendiendo música en diferentes formatos hasta mediados del 2018, tras más de 30 años en el negocio.
Su propietario Álvaro Colín Sánchez sabe de música. Fue vendedor de discos en su juventud y tras conocer el negocio abrió Disco Cintas, de igual forma sobre la Calzada Madero.
Hasta hace unos pocos meses, en Dis-Colín aún era posible encontrar discos LP de acetato sobre música norteña. Podía el comprador encontrar grabaciones de Juan Salazar, «Mundo» Miranda, Ramón Ayala, Los Cadetes de Linares, Los Alegres de Terán, entre otros.
Colín Sánchez recuerda cómo él mismo hacía los acetatos gracias a una prensa que tenía. Sin embargo, el negocio se vino abajo primero con la venta de cedés y, después, con la llegada de la música digital.
Dis-Colín cerró como negocio a mediados del 2018 aunque su hijo se mantiene en el local (que ahora ocupa una barbería), haciendo transfers en diversos formatos de música y con la venta de algunos discos compactos.
«Nosotros estuvimos con Disco Cintas por 30 años, cuando todavía era todo honesto. Era la época de oro de la música. Conozco bien la música desde adentro», dice Álvaro.